martes, 27 de agosto de 2013

Todos estamos invitados a vivir el oratorio

El oratorio: un estilo de vida

Muy buenas tardes a todos. Hoy les voy a hablar sobre “el oratorio”. Ustedes se preguntaran de que se trata esto, qué es lo que nos va a decir o contar. Para empezar quisiera contarles una experiencia personal, cómo llegue yo a un oratorio. El año pasado, un amigo me invito a formar parte de un oratorio. Yo poco sabía qué era. Me dijo que más o menos consistía en ir a un barrio los sábados por la tarde a trabajar con los chicos y jóvenes necesitados. Yo ya tenía experiencia de trabajo en barrios marginados, y la verdad es que tengo una gran vocación por la misión. Pero cuando me invito pensé qué tendrían de especial los oratorios… asique finalmente este año empecé. Empecé a ir a ese barrio que él me había invitado, pero sobre todo, empecé a vivir el oratorio.
Bueno pero imagino que todavía no comprenderán de qué les estoy hablando. Cómo describir un oratorio… Fueron creados por un santo que dio su vida por los jóvenes, San Juan Bosco, italiano del siglo XIX. El vio en la juventud un gran tesoro. Muchos chicos vivían en la calle, trabajaban en fábricas en pésimas condiciones, e incluso había muchos niños presos por cometer pequeños delitos callejeros. Don Bosco fundó a partir de esta realidad los oratorios. El apostaba hacia el futuro, quería que todos esos jóvenes recibieran educación, trabajo, familia. Y eso fue lo que hizo.

El oratorio es patio, Iglesia, familia y escuela. Patio porque el oratorio es juego, risas, diversión, alegría. Iglesia porque se transmite a Dios, el amor a Jesús. Escuela porque se busca educarlos e inculcarles valores humanos. Y familia porque se comparte, se escucha al otro, se respeta, se ama. Creados por Don Bosco, los oratorios son la base de su vocación, en ellos se resume la vida de Don Bosco y su trabajo dentro de la Iglesia. Es un estilo de vida y una pedagogía. A partir de allí se crearon más adelante escuelas donde se busca vivir el oratorio, pero este santo hizo al revés. Llevando a muchos chicos a su casa, sacándolos de la calle y de sus tristes realidades, buscaba educarlos, brindarles una familia, un ambiente sano y de contención. Luego surgieron las escuelas o los apoyos escolares que también él les daba a sus muchachos.
En la actualidad se conoce a los oratorios como una experiencia. Una experiencia de vida para con los jóvenes, y especialmente con los más marginados. Se trabaja en barrios, haciéndoles un seguimiento, brindándoles cariño, y transmitiéndoles al mismo tiempo el Evangelio. Generalmente se hace los sábados por la tarde. Y lo que se busca en mantener el estilo de Don Bosco: juegos, música, circo, oración, trabajo. Se hacen diversas actividades para hacer felices a los chicos. Y como decía Don Bosco: “No basta con que los ames, sino que deben saber que son amados”. Es allí a donde yo había sido invitada, pero que en ese momento no lo entendía. No me estaban invitando a ir a ayudar a un barrio, me estaban invitando a asumir un estilo de vida; comprometido por aquellos que más necesitan.
Asique los animo a que se comprometan con la juventud, que se la jueguen por los más chicos y por los que transitan una temprana edad. Podemos hacer un gran aporte hacia la juventud, no solo ayudando en un barrio, sino también viviendo diariamente con alegría, prestándole un oído a un amigo, regalándole una sonrisa a un chico. Es decir, viviendo un oratorio todos los días. 
María José